La ansiedad forma parte de la vida. Aparece cuando algo nos preocupa, nos desborda o simplemente cuando sentimos que no llegamos a todo. Y aunque es una reacción natural del cuerpo ante el estrés, cuando se instala en nuestro día a día puede volverse agotadora. Afortunadamente, existen formas de convivir con ella sin que tome el control.
En este artículo te compartimos técnicas sencillas y prácticas que puedes empezar a aplicar desde hoy mismo. No prometemos fórmulas mágicas pero sí pasos reales para que empieces a sentirte un poco mejor. Y si ves que, por mucho que lo intentas, no logras gestionarlo solo, recuerda que en nuestro centro de psicología en Zaragoza estamos para ayudarte.
La ansiedad no es tu enemiga, pero sí necesita atención

¿Qué es exactamente la ansiedad y por qué la sentimos?
La ansiedad es una respuesta de nuestro cuerpo ante situaciones que percibe como amenazantes o inciertas. Puede aparecer ante estímulos concretos o incluso sin un motivo claro. A pesar de que produce sensaciones desagradables, no siempre es negativa: también nos activa y nos ayuda a estar alerta. El problema viene cuando se manifiesta de forma constante, incluso sin una amenaza real, y empieza a interferir en tu vida.
¿Cuándo pasa de ser normal a necesitar ayuda?
Cuando la ansiedad empieza a afectar a tu día a día —te cuesta dormir, evitas situaciones, discutes más de lo habitual, sientes cansancio sin motivo— es momento de parar y prestar atención. No hace falta tocar fondo para pedir ayuda. A veces basta con reconocer que necesitas un acompañamiento profesional para volver a estar en equilibrio.
Por qué aprender a gestionarla mejora tu calidad de vida
Gestionar la ansiedad no es eliminarla por completo, sino aprender a convivir con ella sin que limite tu vida. Cuanto más entiendas tu ansiedad, más recursos tendrás para calmarla cuando aparezca. Y eso te da libertad.
¿Cómo combatir la ansiedad en el día a día? Técnicas prácticas que puedes aplicar

Respira profundamente y de forma consciente
Puede parecer algo simple, pero no subestimes el poder de una buena respiración. Cuando estás ansioso, tu respiración se vuelve rápida y superficial. Aprender a respirar de forma lenta y profunda ayuda a calmar tu sistema nervioso.
Una técnica fácil: inhala por la nariz contando hasta 4, mantén el aire 4 segundos, exhala por la boca contando hasta 6. Repite durante 2-3 minutos. Notarás cómo tu cuerpo empieza a soltar tensión.
Ancla tu mente al presente: atención plena y grounding
Cuando la ansiedad aparece, tu mente suele irse al futuro: “¿y si pasa esto?”, “¿y si no puedo con aquello?”. Volver al presente es clave. Una técnica muy útil es el ejercicio 5-4-3-2-1:
- 5 cosas que ves
- 4 cosas que puedes tocar
- 3 cosas que escuchas
- 2 cosas que hueles
- 1 cosa que saboreas
Este ejercicio ayuda a calmar la mente al conectarte con el ahora.
Organiza tus días con una rutina flexible
No necesitas tener cada minuto cronometrado, pero sí contar con cierta estructura. Tener horarios de comida, descanso y actividad ayuda a tu cuerpo y a tu mente a sentirse seguros.
Incluye también pequeños momentos para ti: leer, caminar, no hacer nada… eso también es parte del equilibrio.
Escribe lo que sientes: diario emocional o journaling
Escribir es una forma de sacar fuera lo que llevas dentro. No hace falta escribir bien ni mucho. Solo dejar fluir.
Una idea: antes de dormir, anota 3 cosas que sentiste durante el día, qué las provocó y cómo reaccionaste. Este ejercicio te ayuda a conocerte mejor y a detectar patrones que alimentan tu ansiedad.
Ejercicio físico moderado (sí, caminar cuenta)
No hace falta correr maratones ni apuntarte al gimnasio. Basta con moverte. Caminar a paso ligero, bailar en casa o subir escaleras ayudan a liberar tensiones y mejorar tu estado de ánimo.
El cuerpo en movimiento libera endorfinas, las “hormonas del bienestar”, que actúan como un calmante natural para la ansiedad.
Reduce el ruido mental: menos pantalla, más calma
La sobreexposición a noticias, redes sociales y notificaciones constantes puede aumentar tu nivel de ansiedad sin que te des cuenta.
Haz una prueba: limita el uso del móvil durante una hora al día (y al menos 30 minutos antes de dormir) y observa cómo se siente tu mente.
Expresa lo que te pasa: hablar ayuda más de lo que crees
A veces basta con verbalizar lo que sientes para empezar a entenderlo mejor. Hablar con alguien de confianza puede darte perspectiva, contención emocional y, en ocasiones, soluciones que no habías considerado.
Y si sientes que nadie a tu alrededor te puede ayudar, recuerda que un profesional puede darte ese espacio seguro que necesitas.
Limita los “disparadores”: cafeína, falta de sueño, sobrecarga de tareas
Parece obvio, pero no siempre lo aplicamos. Dormir mal, tomar demasiada cafeína o vivir al límite de tus energías puede disparar tu ansiedad.
Haz una pequeña revisión: ¿cuántos cafés tomas al día?, ¿duermes al menos 7 horas?, ¿puedes delegar alguna tarea? A veces, gestionar la ansiedad empieza por volver a lo básico.
Reinterpreta tus pensamientos: no todo lo que piensas es verdad
Los pensamientos catastróficos o exagerados suelen verse involucrados en el ciclo de la ansiedad. Aprender a identificar esos pensamientos y sustituirlos por otros racionales y/o compasivos puede cambiar tu forma de sentir.
Una técnica útil es preguntarte: ¿qué pruebas tengo de que esto pasará realmente? o ¿qué le diría a alguien querido si estuviera en mi lugar?
Acepta que no puedes con todo (y eso está bien)
Nos exigimos demasiado. Intentamos llegar a todo, controlar todo, hacerlo todo perfecto. Y eso genera una presión constante que mantiene viva la ansiedad.
Aprender a decir “hasta aquí”, poner límites o simplemente pedir ayuda no es debilidad. Es autocuidado. Y es uno de los pasos más importantes para vivir con más calma.
¿Y si no puedes solo? Busca ayuda profesional
Aplicar estas técnicas puede ayudarte mucho en el día a día, pero también es normal que, en algunos momentos, no sea suficiente. No hay que llegar al límite para pedir ayuda. Si sientes que la ansiedad se ha vuelto demasiado intensa, que te cuesta gestionar tus emociones o que nada de lo que haces funciona, es momento de dar el siguiente paso.
En nuestro centro de psicología en Zaragoza, trabajamos contigo para entender qué hay detrás de tu ansiedad y cómo puedes afrontarla con recursos reales. La terapia no te cambia de un día para otro, pero te acompaña en un proceso en el que poco a poco te sientes más en paz, más claro y más tú.
¿Quieres dar el primer paso? Escríbenos o llámanos. Estaremos encantadas de escucharte.
Preguntas frecuentes sobre cómo gestionar la ansiedad
Sí. Muchas personas logran gestionar la ansiedad solo con cambios en sus hábitos, herramientas psicológicas y acompañamiento profesional. En algunos casos concretos, se puede valorar la combinación con tratamiento médico, pero no es la única opción.
Totalmente. La ansiedad puede aparecer incluso en momentos “tranquilos” o sin un motivo claro. Eso no significa que no sea real. Aprender a identificar cómo se manifiesta en ti es el primer paso para gestionarla.
En esos momentos, intenta poner en práctica alguna técnica de respiración, salir a caminar o escribir lo que estás sintiendo. Lo más importante es no luchar contra ella, sino acompañarla sin dejar que te arrastre.
Sí. Dolor en el pecho, nudos en el estómago, tensión muscular, mareos o dificultad para respirar son síntomas físicos habituales cuando hay ansiedad. Aunque parezca que “todo está en tu cabeza”, el cuerpo también habla.
Cuando la ansiedad interfiere en tu vida cotidiana. Si te sientes desbordado, sin poder descansar bien, con pensamientos que no paran o dejando de hacer cosas por miedo, es buen momento para pedir ayuda. No hace falta que sea grave para que sea importante.
Cada persona es distinta, por eso lo ideal es probar varias y ver cuál encaja contigo. Algunas personas conectan más con la escritura, otras con la meditación, otras con el movimiento. Lo importante es ser constante y no exigirte hacerlo perfecto. Durante el proceso terapéutico trabajamos en descubrir qué recursos son los más adecuados para ti.