Los niños se comunican con nosotros como pueden, así que nos compete a los adultos saber interpretar su lenguaje. Muchas veces, es su cuerpo el que habla, mediante quejas o rabietas, comportamiento desobediente, o a través actitudes de “pequeños adultos” responsables. Todas estas muestras transparentan sus necesidades, pero pocas son las veces en las que acertamos a interpretarlas correctamente, ya sea por el eco de nuestra propia infancia o por las dificultades asociadas a nuestro ritmo de vida actual.
Los niños son seres humanos en proceso de crecimiento, merecen ser respetados en sus derechos y colmados en sus necesidades vitales (no las accesorias o consumistas). Afrontemos con responsabilidad las tareas que nos corresponden como adultos y disfrutemos al mismo tiempo del maravilloso regalo que es compartir una parte de nuestras vidas con ellos.
La intervención psicoterapéutica infantil se lleva a cabo en colaboración con los padres, siendo necesario el consentimiento de ambos. Se mantiene una primera entrevista con los progenitores y se realiza una evaluación del niño y de la sintomatología que presenta; y posteriormente, se informa a los padres de lo que, desde el punto de vista clínico, se considera que está sucediendo. Después, se planifica la intervención con todo el sistema familiar, siempre que sea posible. En algunas ocasiones, las intervenciones requieren una psicoterapia profunda; en otras, la demanda atiende a una orientación educativa y/o aprendizaje de habilidades parentales.
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