MITOMANÍA

MITOMANÍA

Aunque todos hemos escuchado hablar de forma popular y coloquial del término “mentiroso compulsivo”, formalmente hablamos de mitomanía. El origen de la palabra ya habla de la compulsión (manía) por las historias fantásticas (mito).

 

Esta tendencia está relacionada con el deseo de obtener algo que no se está consiguiendo por otros medios (por ejemplo: atención) ya sea por ausencia de herramientas para ello o por trastornos que promueven esta tendencia, entre otras variables.

 

¿Qué es la mitomanía?

 

Si bien es cierto que, de una forma u otra, la mayoría de las personas hemos mentido en algún momento de nuestras vidas de forma ocasional, la mitomanía es la compulsión por mentir, exagerar o distorsionar la realidad, siendo la persona consciente de que no está siendo fiel a la verdad, y no siendo capaz de dejar de hacerlo. A pesar de que algunos pueden llegar a creerse sus propias mentiras.

 

En este sentido, el origen de la mitomanía no es amortiguar el sufrimiento del otro, sino crear una realidad más tolerable para uno mismo o para conseguir un beneficio propio, impresionando o manipulando a terceros.

 

¿Qué encontramos detrás de la mitomanía? ¿Con qué trastornos se relaciona?

 

Dificultad en el control de impulsos, dificultades de comunicación, déficit en habilidades sociales, baja autoestima, inseguridades, necesidad de atención no cubierta, ansiedad… pero además puede existir un problema de personalidad de base que fomente la mitomanía como: Trastorno Narcisista de la Personalidad, Trastorno Histriónico de la Personalidad o Trastorno Límite de la Personalidad.

 

La relación con estos Trastornos de Personalidad se debe a las características propias de cada uno de los trastornos como: la necesidad de admiración del Narcisista, la exageración o dramatización del Histriónico o las dificultades sociales del Límite. Sin embargo, ni todos los mitómanos tienen Trastornos de Personalidad, ni las personas con estos trastornos son mitómanas.

 

Algunos estudios la relacionan también con las adicciones, debido a la ausencia de control de impulsos que existe detrás de esta conducta, pudiendo ser un enfoque de tratamiento.

 

Además, la tendencia es que aumente tanto la frecuencia como la magnitud de las mentiras progresivamente, y de forma paralela el estrés por la posibilidad de ser descubierto o la satisfacción de que no lo hagan.

 

¿Cuándo solicitar ayuda?

 

Cuando las mentiras o distorsiones no tienen un papel puntual en la vida de la persona, sino que forman parte de ella, generando un elevado malestar tanto para uno mismo como para el entorno, de forma que la sensación de soledad aumenta de forma progresiva; es importante solicitar ayuda profesional que facilite la gestión de dichas situaciones y que se ofrezcan herramientas que fomenten la aparición de una conducta alternativa que resulte más adaptativa.

 

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