¿CUÁNTOS FILTROS LE ESTÁS PONIENDO A TUS EMOCIONES?

¿CUÁNTOS FILTROS LE ESTÁS PONIENDO A TUS EMOCIONES?

Vivimos en la era de los filtros. Adornamos la realidad, la disfrazamos para que parezca más bonita, para que sea más agradable al resto del mundo. Caemos constantemente en la trampa de la deseabilidad social.

¿A qué nos estamos refiriendo con deseabilidad social?

Entendemos este concepto como aquellas respuestas o conductas que emitimos en situaciones en las que creemos que podemos ser evaluados o juzgados. En estas ocasiones, intentaremos inconscientemente emitir respuestas aceptables por el resto del grupo. Los seres humanos sabemos que en grupo tenemos mayor probabilidad de sobrevivir. Por eso buscaremos la recompensa de encajar y conseguir la aprobación.

Hoy en día, con las redes sociales tenemos una presión añadida. Recibimos mucha información de vidas aparentemente perfectas. Esto nos influye y puede tener diferentes repercusiones. Por un lado, podemos tomar como modelo a esas personas e intentar imitarlas. Pero, por otro lado, podemos frustrarnos porque no está a nuestro alcance ese estilo de vida y esto puede acarrear problemas mayores de salud mental.

Y, ¿qué pasa con nuestras emociones?

También estamos intentando ponerles filtros. Quizás con el objetivo de agradarnos. O de no sentir aquello que es más molesto. O de encajar con las vidas felices que nos venden las redes sociales.

Lo cierto es que todos en algún momento intentamos adornar nuestras emociones. No nacimos con un manual de gestión emocional. Seguramente, tampoco hemos recibido una educación emocional adecuada. Es un ámbito al que se le empezó a reconocer la relevancia necesaria hace relativamente poco. Todavía estamos a tiempo de aprender.

Disfrazar nuestras emociones nos puede salir caro. Al fin y al cabo, nuestra unión mente-cuerpo sigue registrando todo y lo puede ir guardando. Tarde o temprano sabrá de qué manera expresar aquello callado para que lo escuchemos.

Puede que consigamos engañar a los demás con imágenes llenas de filtros, pero no a nuestro interior.  Nuestro cuerpo lleva la cuenta, registra todas y cada una de las emociones y, si intentamos ponerles filtro, al final terminan saliendo de forma más brusca.

¿Dejamos entonces de filtrar las emociones y comenzamos a vivir en el mundo real?

 

Natalia Val. Psicóloga especialista en EMDR

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